Cosas de profanos
Quizás esté muerta, ni siquiera herida, abatida o desolada. Tan muerta que está ausente, en las mentes y en las creencias. En los dogmas y en las doctrinas. En las Escuelas. Ya no queda nada. Ni la mínima reminiscencia de su legado. Ha sido olvidada y desterrada. Ha desaparecido en favor de la obra, del polvo y del agua, del ruido y del silencio, y aún así intenta recuperarse. ¿Cuál será el día en el que la memoria retorne a su lugar? ¿y aquel en que la conciencia vuelva a bullir en las calabazas de los que la olvidaron? Queda mucho por hacer, y mucho más por descubrir.
Dejemos que el lapiz, enseñe el contenido y cada cual arbitre su postulado.
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