2 de octubre de 2010

Disculpe el Señor... (Joan Manuel Serrat)

Muchos son los años que ha pasado ya desde que la sangre derramada, los gritos diluidos y la ira transformada eran muestras de vida humana. Ahora la especie gime por callejones oscuros y angostos que no dejan ver ni la cara, ni las manos, ni siquiera la mirada. Hemos retrocedido del bipedismo, ahora somos reptiles en una sociedad marcada por el oscurantismo, por la sumisión dogmática de unos pocos que no hacen más que engordar su ego a costa del de los demás compañeros del planeta. Esta ha sido una semana complicada y compleja, en primer lugar porque tenía que "re-enfrentarme" con un examen que nunca tuvo que repetirse, porque los hechos demostraban que el fallo no era propio sino ajeno y porque mi tocayo y amigo A.E. ya me contestó mucho antes de obtener el resultado. Para colmo, y en segundo término, se juntan elementos dispares, que a uno lo hacen pensar y a otros constituir grupos irresponsables, irrespetuosos y en muchos casos demasiado ingenuos y analfabetos, que no dejan que los demás podamos controlar el artículo 28 de nuestra ley madre con libertad. Mientras tanto seguimos pagando los mismos, los que no sabemos mantener el pico cerrado y la mente en blanco. He tenido algún tiempo en el que pensé en resignarme, en intentar cambiar, en dejar de ser siempre yo el que se queja, el que protesta, el que no está de acuerdo. He intentado mantenerme alejado, no opinar y estar callado, incluso diría que he aprendido a ser prudente y a seleccionar las circunstancias y las situaciones en las que era necesario hablar. Pero no puedo, sinceramente es que no quiero, no estoy dispuesto a permanecer los años que sean encerrado en un cajón de madera con una sonrisa y con un palabra educada siempre en mi boca. Porque creo que no es lo correcto, porque no creo en el absolutismo de nada, y porque nadie puede atentar contra la persona, en ninguno de los sentidos. Por eso y por mucho más, ayer me costó dormir. Volví como siempre a mi refugio, la literatura, a pesar de que va perdiendo efectividad con el paso de los años. La radio ya ni siquiera me consuela, porque no es creíble, y mis papeles siguen desordenados encima del mueble de la cama. Así que ahora me toca hacer lo que siempre digo y aconsejo, seguir adelante, ser perseverante y tener la voluntad suficiente para continuar. Porque Wiston lo dejo bien claro, y porque son muchas las personas que siendo excelentemente buenas lo aconsejan. Lo más sencillo sería abandonar, pero aún teniendo la experiencia de lo que supone no quiero hacerlo, porque en este caso la balanza no sería positiva, y al fin y al cabo, se trata de llegar a la meta, y nada más. Esta entrada es distinta, porque no es muy positiva, porque sale desde el interior de una persona enfadada, indignada y en gran medida maltratada por un método que no sirve, y mientras los amigos de los que no son mis amigos siguen haciendo capitulitos de una serie que nunca termina. Así que, hoy me acuerdo de aquella última parte de una canción de Serrat que habla de "esos no se han enterado que Carlos Marx está muerto y enterrado".

1 comentario:

Anónimo dijo...

gracias por ser como eres

Destierros

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Erase una vez un largo