4 de junio de 2013

Crónica de una "petada" anunciada

Con todos mis respetos a D. Gabriel García Márquez, la carrera del pasado dos de junio en el parque María Luisa merece este apelativo. Esta era la tercera carrera a la que me enfrentaba desde que decidí que iba a intentar mejorar mi marca de diezmil y, madre mía como ha sido. Después de dos carreras muy, pero que muy cómodas esta se perfilaba como la primera prueba de fuego. El objetivo era hacer la carrera en poco más de treinta y siete minutos y ... no pudo ser. Ahora tengo montones de excusas, el ritmo inicial, la desplanificación y el descontrol en las dos últimas semanas, la falta de motivación, etc, etc, etc... Al menos puedo decir que lo intenté. 
El día comenzaba regular, las sensaciones no eran muy buenas y notaba algunas molestias desde días atrás en la zona lumbar, algo que por otro lado lleva instalado en mí desde hace unos meses. El ambiente era magnífico y por momentos me convencía de que la mañana iba a ser muy productiva, y así fue. Caliento muy poco, apenas unos siete u ocho minutos para colocarme en las primeras filas de la salida y, primera cagada, la gente que ha calentado más que yo se coloca justo delante, lo que me hace volver a salir más retrasado de lo que pretendía. Me digo -no te preocupes, ahora aprietas el primer mil y punto- y así fue, nada más sonar la bocina a tope, primer mil volando y sensaciones de ser una pluma, paso a un ritmo de 3:27 y parecía que iba genial, adelanto hasta que veo que me esto sentenciando y decido bajar un poco. Es aquí donde aparece el problema, por detrás me cogen un grupeto de unos siete que van volando y pienso que puedo ir con ello. Al menos lo intenté, repito. Voy hasta el km cuatro sin mirar ni una sola vez el reloj, en ese momento me encontraba muy bien, me da por mirar y veo que la media es de ¡3:41!, aprieta que bajas de treinta y siete (risas en mi mente). Empiezo a notar algo de calor y alguna molestia en el tobillo izquierdo, que empieza a indicar que las zapatillas están sobre-explotadas. El km cinco la paso cual liebre que escapa de un galgo, ni agua, ni reloj, ni curva, ni nada, a tope y con más ganas de llegar que otra cosa. Lo que no he percibido es que me queda la mitad de la carrera. En el km seis, a un ritmo de 3:42 decido bajar un poco, estoy excesivamente molesto y la respiración empieza a ser la de una caja rota. En el siete soy un medio cadáver, incluso pienso que no podré llegar, algunos calambre y madre mía, el ritmo va ya por 3:47 en solo dos kms... bajo radical el ritmo durante unos quinientos metros, el garmin de mi hermano lo demuestra y en el ochomil y pico me decido a dar lo poco, muy poco, que me queda. Al final 38:56 y un ritmo de 3:50. No he mejorado pero he salvado los muebles. No es poco dadas las sensaciones de cuatro kms atrás. Conclusiones varias, no cambiar mi estrategia más, lo ideal es ir de menos a más, y no al contrario. La siguiente es que puedo hacerlo a 3:40, sólo hay que planificarlo y mentalizarme mejor. La tercera, a pesar de la petada mundial muy contento, porque lo intente después de mucho tiempo y porque me sirve para mantenerme motivado. Ahora descansaré una semanita de correr, me dedicaré a la btt y después... más, mucho más.

1 comentario:

Jesús dijo...

Bueno, has sacado un montón de lecciones.
Trata de recordarlas para cuando lo intentes de nuevo.
Seguro que cae la marca...

Jolín! una petada de 38' Quiero una de esas ja ja

Destierros

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Esperaremos la posibilidad

En honor a un gran hombre

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Erase una vez un largo