26 de julio de 2010

Chefchaouen شفشاون/الشاون

Chefchaouen o Chaouen es un pueblecito de sierra del norte de Marruecos. Muy cerca de Tetuán se ubica este lugar tan privilegiado, por sus calles, por sus vistas, por sus olores (buenos y malos) y por su carácter tan marcado. Hacía ya tiempo que deseaba visitar Marruecos, muchas opiniones sobre la situación del país y de sus habitantes habían caído en mis oídos y eso hacía que el drama sobre su estado real aumentara exponencialmente. La oportunidad ha llegado en pleno mes de julio, cuando allí el calor es mucho más que sofocante y cuando el tránsito de viajeros por el estrecho se hace mucho más denso. Junto a Miriam, Alejandra y Andrés decidimos hace ya bastantes semanas ir a visitarlo, conocerlo y de paso aprovechar para descansar unos días. El jueves a media tarde inicié el camino hacia Sanlúcar para recoger a Miriam y continuar hasta Algeciras donde pasaríamos la primera noche antes de tomar el ferry hasta Ceuta. El tiempo pasa rápido y en consecuencia el camino hasta la aduana no fue extenso, salvo por el hecho de cruzar por primera vez ese paso tan caprichoso, que tanto ha dado a la historia y que tanto está quitando ahora. Si en sus inicios fue testigo del crecimiento de la humanidad ahora emerge con forma de hormigón armado, alambres de espino y numerosos controles que impiden la comunicación y el intercambio cultural fluido. Sin embargo, tengo que decir que hay un paso, una contrahuella inmensa entre "la zona española" y "la zona marroquí". Es como un salto de trampolín, como un descenso rápido y fugaz que no te permite ver hacia donde pasas, no observas el camino, solo puedes ver los dos extremos, y nos guste o no, la situación se invierte en ese recorrido. Dos horas de espera, eso era lo primero que nos recibía tras la aduana. El taxi que debía recogernos allí si había retrasado porque el gran rey de Marruecos había decidido cortar la autopistas para no coger atasco, y nosotros allí, con unos 35º y con las mochilas, y lo que es mucho más incómodo, montones de personas preguntándote si quieres que te lleven por un módico precio. Aunque la espera fue tensa y poco agradable el camino en un viejo mercedes sin aire y con una pegajosa tapicería de cuero no fue mucho mejor. A mí, a pesar del calor, del sudor, de la tensión de los adelantamientos en línea continua,... me gustó el trayecto, unos 200Km entre la frontera y Chaouen que nos mostraron las entrañas de un país reinado por las desigualdades, por la tierra que puebla las calles y por numerosos edificios en mal estado que son fachada de una larga sucesión de pueblos. Gente en los arcenes vendiendo conejos, piezas cerámicas, cruzando la autovía con toda la familia (incluido bebe en los brazos), imágenes, que sin duda alguna, no se deben dejar pasar.
Sobre las 15.30 llegamos a Chauoen, vamos hasta el apartamento alquilado y salimos a cenar. Aprovechamos bien el día, hasta las 21.00 más o menos, ducha rapidita y a ver el pueblo de noche. Paseos por la Medina, por los alrededores de la Alcazaba, con llamada al rezo de fondo como banda sonora y el ir y venir de numerosos vendedores de hachís y de artesanía local. Olores múltiples, quizás demasiados, a especias, a gato, a sudor, a barro y a mierda, a cansancio y a mucho, demasiado trabajo para tan poco beneficio. El sábado estuvimos todo el día recorriendo el pueblo, observando sus calles, probando sus tés y su comida (muy rica la ensalada marroquí, tomate y pimiento todo troceado muy pequeño y asado). Visitamos la cascada donde todos menos las mujeres pueden bañarse, éstas solo pueden lavar la ropa, las plazas menores, las callejuelas, los callejones, la Alcazaba y la torre. Compramos algunos productos de recuerdo, aprendiendo además la técnica del regateo, parece que es algo obligado, si no lo haces puedes quedar hasta mal. Un día largo, que nos sirve para ver como funciona por completo un pueblo que se acuesta tarde y se levanta muy temprano, que no descansa, que respira por sus puertas azules y sus escaleras empinadas que orientan la mirada a la montaña. Algo cansados dormimos para apurar las pocas horas que nos quedan en este país desorientado. El domingo por la mañana nos despertamos temprano para ir a darnos un baño a la cascada, el agua está helada pero ya que estamos allí hay que bañarse, disfrutamos de risas y de unas buenas piedras que nos sirven de toboganes. El resto del día lo aprovechamos para observar, un té en la plaza, una pequeña mezquita, una tienda de cajas de madera, ... A las 15.00 nos recoge el taxi que debe llevarnos de nuevo a la aduana, el camino es aún más largo, porque el tráfico es muy intenso, el chófer no habla nada español, o al menos eso quiere que pensemos. Mucha agua para el intenso calor y de nuevo a cruzar ese escalón que nos devuelve a Ceuta. El paso vuelve a ser angosto, papeles, lentitud, calor, marroquíes intentado sacar alguna moneda de los bolsillos que van de vuelta, policías que miran el pasaporte y que te dan permiso para pasar, al menos eso parece o eso quieren que parezca. Una reja a modo de atracción del terror nos lleva hasta la zona española, se escucha buenos tardes y de nuevo todo parece volver a la normalidad. Ya solo queda esperar, el barco saldrá a las 20.30, aunque un retraso de cuarenta y cinco minutos y un tiempo de otros cuarenta fondeados en la bahía de Algeciras hacen que no podamos desembarcar en la península hasta las 23.00. Cenamos pizza y decidimos pasar la noche allí, el lunes haremos los kms de regreso.
Hay numerosas conclusiones, algunas son demasiado evidentes, otras son demasiado dependientes del observador, y quizás, muy pocas son reales. Para mí son las imágenes que he visto, la forma de vida, el planteamiento y el pensamiento de una sociedad tan próxima en el espacio y la historia y tan lejana en el habitar. En la visita a la alcazaba me quedé con una cita que me pareció muy sugerente, quizás porque puede provocar numerosas analogías con temas que considero importantes, aquí os la dejo por si os gusta.

"La agricultura es la base de la civilización, y de ella depende la vida entera y sus principales ventajas. Por los cereales se pierden existencias y riquezas, y por ello cambian de dueño las ciudades y los hombres. Cuando no se producen, se viene abajo las fortunas y se rebaja toda organización social"
(Ibn Abdum, Risala fi l-quada wa-l-hisba, S.XII)

[Tuve la fortuna de conocer a este personaje en el libro "El arquitecto de Tumbuctú"]

2 comentarios:

mochileros dijo...

capuyin gracias por escrbir en nuestro blog, me alegro que lo pasaras bien en Marruecos, tu y Miriam lo mereciais. Sofi y yo estamos apurando los dias, la verdad que el viaje esta siendo increible. No entrenes mucho ehh!!!!!El miercoles nos contamos en personaaaa!!!dile a mama que no le he mandado el email hoy porque internet vale dinero. Besosss

Anónimo dijo...

Marhaba........y sucran por ser así.

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